Jesús, volcado sobre el mundo, injerto
entre los continentes y los mares,
sobrepasa el fragor de los azares
y acampa en el confín de cada puerto.
Jesús, con el mensaje al descubierto,
despliega su bondad entre los lares
y apacigua el dolor, los avatares,
con hondo afán entre su amor despierto.
Artífice de paz y sobrehumano
bastión por su evangelio altivo, ardiente,
fragua la hermandad en cada hermano.
Y es símbolo de amor incandescente,
para el mundo Patriarca Soberano,
con veinte siglos en su enhiesta frente.
Jesús, en el zaguán contemplativo,
le señala al mendigo su sendero;
le acompaña en su duro derrotero
y prodiga el milagro, compasivo.
Jesús, el incansable, pensativo,
escándalo, abatido, prisionero;
Jesús, la encarnación del misionero,
entre la historia un punto suspensivo.
Jesús, en cada amanecer presente,
convierte las tinieblas en aurora
y expande por el orbe su simiente.
Jesús, con su mirada abrasadora,
al desgranar perdón al penitente
eternízase en su obra redentora.
Jesús, radiante péndulo del mundo,
precisa cada horario de la historia
y surca los solares de la gloria
con claro acento y con compás rotundo.
Jesús, paciente, fraternal, fecundo,
enclavado en la cruz de la victoria,
martilla al peregrino la memoria
con ancha paz y con amor profundo.
Jesús, en el pesebre, en el Calvario,
Jesús, pastor, hermano, misionero,
Jesús, inconfundible visionario.
Jesús, en los olivos, prisionero.
Jesús, el del proverbio lapidario.
Jesús, en su trinchera, guerrillero.
entre los continentes y los mares,
sobrepasa el fragor de los azares
y acampa en el confín de cada puerto.
Jesús, con el mensaje al descubierto,
despliega su bondad entre los lares
y apacigua el dolor, los avatares,
con hondo afán entre su amor despierto.
Artífice de paz y sobrehumano
bastión por su evangelio altivo, ardiente,
fragua la hermandad en cada hermano.
Y es símbolo de amor incandescente,
para el mundo Patriarca Soberano,
con veinte siglos en su enhiesta frente.
Jesús, en el zaguán contemplativo,
le señala al mendigo su sendero;
le acompaña en su duro derrotero
y prodiga el milagro, compasivo.
Jesús, el incansable, pensativo,
escándalo, abatido, prisionero;
Jesús, la encarnación del misionero,
entre la historia un punto suspensivo.
Jesús, en cada amanecer presente,
convierte las tinieblas en aurora
y expande por el orbe su simiente.
Jesús, con su mirada abrasadora,
al desgranar perdón al penitente
eternízase en su obra redentora.
Jesús, radiante péndulo del mundo,
precisa cada horario de la historia
y surca los solares de la gloria
con claro acento y con compás rotundo.
Jesús, paciente, fraternal, fecundo,
enclavado en la cruz de la victoria,
martilla al peregrino la memoria
con ancha paz y con amor profundo.
Jesús, en el pesebre, en el Calvario,
Jesús, pastor, hermano, misionero,
Jesús, inconfundible visionario.
Jesús, en los olivos, prisionero.
Jesús, el del proverbio lapidario.
Jesús, en su trinchera, guerrillero.
Tú que sin duda fuiste el más valiente
de los hombres. El revolucionario
que prefirió morir en el Calvario
antes que doblegarse mansamente.
¡Sal de tu Iglesia! ¡Coge la montaña!
Y a quienes luchan rige y acompaña
en tan heroica y santa rebeldía!
de los hombres. El revolucionario
que prefirió morir en el Calvario
antes que doblegarse mansamente.
¡Sal de tu Iglesia! ¡Coge la montaña!
Y a quienes luchan rige y acompaña
en tan heroica y santa rebeldía!
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